Para los escritores más influyentes de la ciencia ficcion de principios del siglo XX el futuro, aunque todavia desconocido, se presentaba prometedor y, desdeñando las enseñanzas del gran maestro ingles, H. G. Wells (tan admirado por su apologo Borges), le contaron a sus lectores todo lo bueno que los esperaba a ellos y a sus nietos.
Una de las verdades que esos profetas del mañana no hicieron, tal vez por falta de datos, tal vez por falta de capacidad, fue la aparicion de una inmensa red de redes que conectaria a personas de todo el mundo en cuestion de segundos.
Sin embargo, y mas alla de sus indudables beneficios, la conclusion es que la aldea global, pese a todos sus beneficios (que los tiene, y muchos) solo ha servido para colocarnos en una situacion de vulvernabilidad aun mas grande del que vivieron nuestros padres y abuelos porque tenemos que tener en cuenta factores que ellos no tuvieron que sufrir.
Hoy, en caso de que suceda cualquier desgracia en la bolsa de Tokio, Argentina o Chile, nosotros, por mas lejos que nos encontremos, sufriremos sus efectos de forma directa y casi inmediata en nuestros ya enflaquecidos bolsillos.
Esto no es justo pero el mundo nunca lo fue asi que quejarse no sirve de nada y menos buscar consuelo en amigos que pasan por la misma situacion que nosotros... o, en varios casos, peor. Lo que uno debe hacer es buscar ayuda en personas que realmente sepan lo que debe hacerse.
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